En primer lugar se necesita bastante espacio para guardar trajes y materiales de diseño y costura. Hace falta saber al menos enhebrar una aguja y bastante de cine y personajes, pero también de telas, elastizados y un poco de maquillaje artístico.
El circuito del cliente empieza con una fiesta de disfraces (tanto anfitriones como invitados vienen a elegir su traje), y la incertidumbre de no saber de qué se van a disfrazar. Si bien algunos vienen con una idea o una ilusión de un personaje que siempre quisieron ser, otros vienen buscando asesoramiento y un poco de imaginación. Para ambos casos tenemos catálogos con fotos y trabajamos todos los talles (desde el extra chico hasta el extra grande). El cliente elige varias opciones para probarse y a veces le agregamos alguna mas que le sugerimos cuando vamos viendo sus preferencias. Se prueba lo que quiere y elige el ganador que lo lookeará el día de la fiesta. Deja reservado y el día del evento viene a retirar o lo manda a buscar con alguien. El traje se entrega limpio, listo para usar, con todos los accesorios necesarios para que no tenga que agregarle nada ni gastar aparte. Luego de la fiesta el traje vuelve a su bolsa, con sus accesorios y el lunes se devuelve. A partir de allí comienza nuestro circuito que arranca con la separación para el lavado por telas y colores. Luego se planchan y se vuelven a armar con todas sus partes para volver a colgar en su lugar a la espera de la próxima salida.
Cuando se cierra un ciclo, comienza otro. Con las reservas previas y las que vendrán.